Queridos
Amigos:
Una de las
particularidades que tiene la Navidad es que nuestras casas se llenan de
manjares, sobre todo apetitosos dulces y postres, que el resto del año
intentamos evitar por aquello de mantener la línea. La única manera de
salir airoso de este desafío es el ser comedido y no pasarse.
Porque, ¿cómo privarse de disfrutar de nuestra exquisita repostería
navideña?. ¿Cómo sería una Navidad sin turrón, mazapán,
polvorones, pasteles de gloria, frutas glaseadas, garrapiñadas,
peladillas y etc.? Desde luego, cualquier niño nos respondería que como
un jardín sin flores.
¿Y cómo podemos eludir degustar un postre con tantas
tentaciones? La verdad, a veces es mejor dejarse llevar, relajarnos en
caso de que estemos siguiendo una dieta, que amargarnos, nunca mejor
dicho, en nuestra lucha particular contra las calorías. Más pronto o más
tarde acabaremos por picotear alguno de los deliciosos dulces navideños.
Ante lo que se nos presenta como una lucha perdida, lo mejor será evitar
los excesos y consolarse pensando que es sólo una vez al año. Sin perder
de vista que muchas de esos postres refinados aportan a nuestro
organismo vitaminas, proteínas, minerales y toda la energía
necesaria para afrontar el desgaste de esos ajetreados días.
Ya veis, el que no se consuela es porque no quiere.
Feliz Navidad,
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