¿Sabíais que en sus
orígenes la cena de Nochebuena tenía un carácter de vigilia y
moderación? Afortunadamente para los glotones y zampabollos, como quien
os habla, con el tiempo las cosas fueron cambiando... y... ¡de qué
manera!, para ir dando paso a platos basados en carne.
Nuestros sabios e iluminados
ta-ta-ta-ta-ta-tarabuelos, sobre todo en Navarra y Castilla, empezaron a
incorporar a la bendita cena el cordero y el cabrito, al chilindrón o
asado. Los primeros en traer el cerdo a la mesa de Nochebuena fueron los
baleares con su lechona rellena. En fin, qué tiempos aquellos.
Hoy día podemos preparar exquisitos platos de carne
con buey o ternera, corzo y carnes de caza, aunque cerdo, cabrito y
cordero suelen ser los más habituales, casi siempre en su faceta lechal.
Además, gracias al invento del horno, casi siempre en su versión de
asados.
Y así, espero con delirio que estas Navidades, en
algún banquete o comilona, se me ponga a tiro un buen asado de lechón o
corderito y, ¡voto a bríos! que daré buena cuenta de lo que vaya cayendo
en mi plato hasta caer en la gula pecaminosa. He dicho.
- ¿Pero, Doctor Risco, no tiene Vd. en cuenta lo de
las grasas y el colesterol, los excesos, las calorías?
- Bueno, oye, vale. En condiciones normales pase.
Pero, ¿no estamos en crisis?. Así que este año a freír puñetas con el
colesterol. Estas Navidades paso de todo y a acumular energía, no sea
que el año que viene con lo de la recesión económica no tengamos para
cenar en Nochebuena más que unas ligeras verduritas.
Venga amigos, ánimo con estos asados y feliz Navidad,