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El Queso y la Dietética
Según la categoría a la cual pertenecen, hay entre los quesos algunas
diferencias respecto a su composición y los métodos de su preparación;
en consecuencia, tampoco son uniformes sus indicaciones dietéticas. La
fabricación de los quesos consta de las siguientes operaciones
principales:
La coagulación: Bajo la acción del cuajo (o,
para algunos quesos, del ácido láctico solo), la caseína de la leche
coagula reteniendo los componentes no solubles.
El escurrido: Permite la eliminación de
agua y de los elementos solubles (lactosa, sales minerales y materias
nitrogenadas solubles). Esta operación puede ser más o menos completa.
La maduración: La pasta de queso se transforma
bajo la influencia de los microbios que contiene. Cuanto más completo es
el escurrido, el tiempo de maduración es más largo. Por otra parte,
desempeñan también un papel importante la salazón y la temperatura de
los locales.
¿Cuál es la composición de un queso? La composición de
un queso por término medio es:
Agua: 35 % (pasta cocida dura) 50 % (pasta blanda) 80 %
(queso fresco)
Glúcidos: prácticamente eliminados con el agua en el
transcurso de la fabricación.
Lípidos: prácticamente nulos en los quesos magros. 23 %
(pasta blanda) y 30 % (pasta dura).
Proteínas (elemento esencial: la caseína): 18 % (pasta
blanda), 19 % (requesón de leche descremada) y 24 % (pasta dura)
Minerales: gran riqueza en calcio y en fósforo (sobre
todo en las pastas duras). La riqueza en cloruro de sodio depende de la
fabricación (adición de sal, pasta lavada en agua salada, etc.); sin
embargo, los quesos son siempre muy salados (1 g de sal por 100 g),
siendo por lo tanto contraindicados en los regímenes sin sal.
Vitaminas: los quesos de pasta blanda, sobre todo los
que contienen mohos internos, constituyen una buena fuente de vitaminas
B.
Calorías: variables según el contenido en lípidos.
Queso fresco 100 calorías por 100g, Pasta blanda: 283 calorías por 100
g, y Pasta dura: 368 calorías por 100 g
El queso es, pues, un excelente alimento protídico y fosfocálcico,
constituyendo además una fuente excelente de vitaminas del grupo B.
Equivalencias del queso versus otros alimentos:
A todos interesa saber que el queso, en un pequeño volumen y por un
precio relativamente bajo, ofrece tantos elementos como la carne. En 60
g de gruyere se encuentran la misma cantidad de prótidos que en 100 g de
carne; en 35 g de queso hay tanto calcio como en un cuarto de litro de
leche, en 50 g de carne, en un huevo 1/3, en una col pequeña o en 1 kg
de naranjas.
La aportación energética del queso es también
considerable: Las personas que no consumen bastante leche, deben
aumentar la ración diaria de queso para mantener el equilibrio de su
alimentación. Por regla general, se puede sustituir un decilitro y medio
de leche por: 28 g de camembert, 23 g de gruyere, 1 5 g de queso de
cabra, 36 g de crema de gruyere, o 1 60 g de yogurt.
Consumo: Los adultos deberían consumir
queso una vez al día por lo menos, preferiblemente por la
noche, puesto que el régimen de la comida del mediodía, a base de carne
o pescado, ofrece ya una buena ración protídica; la ración diaria de
queso es de 40 g como mínimo. Los niños pueden comer queso desde
muy temprana edad: 20 g aproximadamente, de 2 a los 5 años; 30
g de los 6 a los 9 años; después, la misma ración de un adulto. Desde el
punto de vista de nutrición, los niños que no toman leche deberían comer
queso en la merienda. Un buen consumo de queso es muy
beneficioso para los adolescentes (de 40 a 80 g), por su
riqueza en calcio (indispensable en el período de crecimiento) y en
fósforo (que favorece la actividad cerebral). Finalmente, el queso es
muy aconsejable en el régimen de las mujeres embarazadas o
lactantes (de 30 a 60 g al día), a causa de su contenido de
calcio.
Hay muy pocas contraindicaciones del consumo de queso:
sólo los quesos muy grasos se desaconsejan a los dispépticos, a los que
sufren afecciones hepáticas y a los personas cuyo índice de colesterol
es demasiado elevado. Por otra parte, el queso se prohibe en los
regímenes estrictamente sin sal, puesto que todos los quesos la llevan
(excepción hecha de algunos requesones). Los diabéticos, en cambio,
pueden consumirlo, ya que el queso les ofrece la ventaja de ser un
alimento rico en prótidos y carente de azúcar.
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