Legumbres
No se puede determinar de una manera precisa la introducción de las legumbres en
la alimentación. No obstante, se encuentran ciertos de estos productos en épocas
remotas: los egipcios conocían las lentejas y los romanos, los guisantes que
apreciaban mucho, etc.
En el transcurso de los siglos, el hombre ha logrado modificar o mejorar ciertos
caracteres de las legumbres mediante las selecciones, cruces o injertos... como
quiera que las legumbres son muy numerosas podemos en primer lugar distinguir
las legumbres verdes o frescas conocidas comúnmente como hortalizas (véase
Hortalizas) y las legumbres secas.
¿Cómo consumir las legumbres secas?
Las legumbres secas hay que ponerlas en remojo durante varias horas, a veces
toda una noche (alubias y garbanzos) antes de cocerlas. Se cuecen en agua fría a
la que se añadirá una cucharadita de bicarbonato de sosa, caso de que el agua
sea calcárea. El agua de cocción hay que salarla tan sólo en el momento en que
haya arrancado ya a hervir. Lo mismo que las verduras, las legumbres secas, una
vez cocidas pueden aderezarse de varias maneras: en ensalada, al gratín, con
puré, con mantequilla, con tocino, etc.
DIETETICA: Las legumbres secas ocupan un lugar aparte en las categorías de
alimentos, debido a su composición original. Por tanto son más ricas en
proteínas que la carne y los glúcidos sustituyen los lípidos. Durante siglos
constituyeron la carne de los pobres. Son también muy ricas en fósforo y en
hierro, bastante en calcio y ricas en vitaminas del grupo B.
Esta composición (pobreza en agua y riqueza en glúcidos y en celulosa) las
aproximaría más a otros granos (cereales). No obstante, su riqueza en proteínas,
sales minerales y vitaminas, parece que las convierte en alimentos más parecidos
a la carne, al pescado o a los huevos.
Desde el punto de vista cualitativo, estas proteínas, aunque menos equilibradas,
poseen una composición en ácidos amíneos que se acerca bastante a la de la
carne, mientras se diferencia profundamente de la de los cereales. El valor
alimenticio de las legumbres secas es, sin embargo, menor que el de la carne,
debido a su menor utilización digestiva. Esta se verá favorecida por una larga
cocción y su conversión en puré, que elimina las envolturas ricas en celulosas
irritantes para la mucosa intestinal. El valor biológico de las proteínas de las
legumbres secas, aunque inferiores a las de la carne, pescado y huevos, ofrece
no obstante la misma aptitud para suplir los cereales.
El consumo de legumbres secas se encuentra en constante regresión, en especial
en las ciudades. Los sedentarios actuales hablan de su mala digestibilidad.
Ahora bien, es fácil poner remedio a este inconveniente, mezclando pequeñas
porciones (40 ó 50 g para un adulto) de legumbres bien cocidas con hortalizas
verdes. Deben desaconsejarse a los que padecen colitis y a todos los que tienen
la digestión difícil.
Se recomienda poner siempre las legumbres secas en remojo varias horas antes de
cocerlas, en un agua lo menos calcárea posible. Las ollas a presión permiten
reducir mucho el tiempo de cocción preservando al máximo los principios
nutritivos. Las legumbres secas son excelentes proveedores de proteínas a muy
bajo precio, cuyo consumo se recomienda a los adolescentes y a los trabajadores
sometidos a grandes esfuerzos, a razón de dos porciones semanales. Sería
racional concederles un lugar más importante en los menús familiares.
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